
Estoy nervioso. Siempre he querido viajar, pero en este momento, no sé cómo me siento. Esta noche casi no he dormido. Quiero que sea ya la hora de irme. Al mismo tiempotegelijkertijd, no quiero que esta hora nunca llegue.
Mis padres también están nerviosos. “¿Tienes tu pasaporte y tu tarjeta bancaria?”, pregunta mi padre una y otra vez. “¿Y tu billete de avión? Eso es todo lo que necesitas.” A pesar deondanks, in weerwil van mí mismo, compruebocontroleren – una vez más – si tengo todo.
Tengo 22 años, acabo denét (klaar met) graduarme, no sé ni una palabra de español y voy a viajar a Sudamérica por 4 meses. Primero voy a hacer un curso de español de 4 semanas en Perú. También voy a vivir en la casa de una familia local. ¿Y después? ¡No tengo ni ideageen flauw idee! No he reservado nada. ¡Quiero vivir una aventura!
Es hora de irme. Me despido de mi hermana y del perro. Mis padres me llevan al aeropuerto en el coche. Es un viaje de dos horas. No hablamos mucho y un poco más tarde me duermo. Es un sueñoeen onrustige slaap intranquilo. De vez en cuando puedo oír a mis padres: hablan tranquilamente en voz bajazachtjes, fluisterend. Pasamos por Rotterdam, y me despierto completamente cuando ya estamos cerca de Schiphol.
En el aeropuerto camino con rapidez hacía la facturaciónde check-in. No me gusta despedirme, y quiero pasar el momento rápidamente. Abrazo a mis padres, y me pongo en la colade rij de los viajeros, que están esperando su turno. Ya no quiero mirar atrás, pero sé que mis padres me siguen mirando. Para ellos es difícil, porque no conocen Sudamérica. Ya he vivido 4 años solo en una casa de estudiantes, pero eso es algo muy diferente. Están preocupadosbezorgd.
Estoy en la cola y veo que algo pasa. La gente no hace su facturación. Algunos pasajeros empiezan a discutir con el personal del aerolínea, y todos van con sus maletas a otras oficinas.
“No volamos por problemas económicos”, dice la señora de la aerolínea. “Ahora viajas con Air Canada, puedes ir a su oficina.”
No puedo hacer nada. Voy donde mis padres, se lo explico, y después me tengo que despedirdespedirse = afscheid nemen de nuevo de ellos.
En la oficina de Air Canada la gente me dice que no puedo viajar. “Usted solo tiene un billete de ida, y no de vuelta”, el trabajador me explica. “No está permitido con nuestra aerolínea.” Empiezo a discutir con él. “A mí no me interesa. La otra aerolínea sí lo ha aceptado, y he comprado mi billete con esa aerolínea. Es entre ustedes. No es mi problema.” Al final, después de una discusión fuerte, me dejan viajar.
Detenido en el extranjero
En vez dein plaats van viajar por Sao Paolo con la aerolínea original, tengo ahora una escalade overstap en Toronto. Voy por Migraciones y la señora me pide mis documentos. “Falta su billete de retorno”, me dice. Le explico que voy a viajar de mochilerobackpacker, y que no tengo un plan de viaje. Por eso no he comprado mi billete de retorno, porqué no sé si voy a regresar a Holanda desde México o Buenos Aires. Además, nunca he tenido que ir por Canadá. Le muestro mi billete de vuelo original, y le cuento que la otra aerolínea ya no vuela. Pero todo eso no le importa a la funcionaria. Al final pierdo mi paciencia, y le digo que toda la conversación me parece absurdo: en 2 horas vuelo a Perú, no es mi idea estar en Canadá y al final: ¿qué les importa si tengo un ticket de retorno o no? ¡No es el problema de Canadá!
No es una buena idea protestar. Me detienenarresteren, tegen houden y dos policías me llevan a un cuarto grande donde hay un grupo de unas diez personas de África. Algunos de ellos lloran. No tengo miedoangst hebben, pero sí estoy muy molesto.

Después de una hora y media la puerta abre por fin(uit)eindelijk. Un oficial entra al cuarto y me mira con sorpresa. Es un hombre tranquilo, pero yo estoy muy tenso. ¡Ya casi sale mi vuelo a Perú! “¿Cómo te llamas y de dónde eres?”, me pregunta. Le digo mi nombre y que soy de Holanda. “Pero, qué haces aquí?” No puedo resistir mi sarcasmo. “¿Qué sé yo? Su colega no ha dormido bien y está de mal humor, creo”, le digo.
Felizmente, el señor no se ofende. Veo una pequeña sonrisa en su boca y alrededor de sus ojos. “Tranquilo hombre”, me dice en un tono amigable. “Déjame ver tus documentos un momento, por favor.” Por su forma de actuar, me tranquilizo. El señor sale de la habitación, pero vuelve dentro de unos minutos. “Puedes seguir tu viaje”, me dice.
Es en buena horaprecies op tijd. Ya están embarcandoaan boord gaan. Empiezo a correr y felizmente logro llegar a tiempo al avión. Alrededor de mi solamente escucho español. No comprendo nada. Me siento inseguro, aislado de todo el mundo que conozco, casi pequeño. Otra vez leo toda la información que me han dado, para estar seguro de lo que tengo que hacer después de llegar a Lima.
Durante el vuelo hay mucha turbulencia y no logro dormir. Nunca me ha gustado mucho volar, y este vuelo no me hace cambiar de opinión. Estoy bien cansado al llegar a Lima, y la cola de Migraciones es larguísima. Hace calor, hay mucha gente en esta pequeña sala; es un ambienteeen omgeving, een atmosfeer caótico. Me siento incómodo después de lo que ha pasado en Canadá. He tenido que llenar un formulario de la Aduana, y espero haberlo hecho bien. La pregunta más extraña en el formulario es cuánto dinero pienso gastar en Perú. No me parece esta pregunta, y la he ignorado.
Al fin es mi turno. Temo que me vayan a decir algo por no tener el ticket de retorno, pero no pasa nada. Felizmente recibo una visa de turismo de tres meses. He leído que de vez en cuando solamente dan un mes, y no es suficiente para mis planes.
Después de recoger mi equipaje voy hacia el control de aduanas donde tengo que presionar un botón. Sale o una luz roja o una luz verde. A la gente con la luz verde no la controlan, pero a mí me toca la luz roja. Dos oficiales se acercan y me ordenan a vaciarleegmaken toda mi mochila. Es un desastre, porque mi mochila está más que llena y me ha costado mucho tiempo ordenar todo de tal maneraop zo’n manier que lo puedo cerrar. Lo mismo pasa con mi equipaje de mano, pero a los funcionarios no les importa nada. Me hacen sacar absolutamente todo. No obstante, después solamente miran rápidamente antes de indicarme que todo está bien. Ni siquieraniet eens miran el formulario que he llenado, cuando lo entregoinleveren, overhandigen.
Me quedo con mis cosas en el suelo entre todos los viajeros saliendo de la sala de equipajes, e intento ordenarlas lo más rápido posible. Recojo todos mis pertenenciaseigendommen del suelo y controlo si tengo mis documentos. Ya no puedo cerrar mi mochila pequeña y con mi pasaporte y otros documentos en una mano, mi billetera y discman en la otra, entro la sala donde la gente espera a los pasajeros. Es un caos total. Aunquealhoewel es medianoche, parece que hay cientos de personas esperando a los pasajeros. Hay familias con niños, pero la mayoría son choferes. Hay un ruido inmenso, todos gritan nombres, preguntan si se necesita taxi o hospedaje. Solamente hay un pequeño camino entre las personas a ambos lados y perplejo, me quedo parado cuando 3 hombres me empiezan a hablar al mismo tiempo, seguramente ofreciéndome de todo. Decido dejarles hablar: no quiero pararme con mi mochila abierta y mi billetera en la mano. Camino lento entre la gente y por fin veo un señor viejo que lleva un papelito con mi nombre. “Hola soy yo”, le digo, mientras señalo el letrero.
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